¿Tu misionero/a? Y ¿por qué no?

MI MAMÁ ME MIMA

 

Recuerdo cuando era pequeño y aprendía a escribir. Había unos cuadernillos de caligrafía que tomábamos en serio página a página, vocablo a vocablo… hasta que completábamos, palabras, frases, las reconocíamos, y poco a poco, íbamos leyendo y aprendíamos a escribir con soltura. Supongo que esos cuadernos aún existen. Además, estaban enumerados y formaban una colección. De ellos guardo un enorme cariño: me evocan una niñez lejana de colegio, amigos y juegos.

Pero aprender Djerma es como volver a esa niñez. Repites palabras cientos de veces, las escribes pacientemente una y otra vez, hasta que las vas reconociendo y van entrando en tu corazón y en tu memoria.

Pero ahora no tengo ni cuatro ni cinco años. No estoy en ese pueblo entrañable que es Vélez de Benaudalla, con la Sierra Nevada de fondo. Me encuentro en Niamey, con cuarenta y seis agostos, en una ciudad al borde de muchos precipicios: del hambre, de la miseria, de la injusticia, de las desigualdades, de la corrupción política, del riesgo de un golpe de estado, de la inseguridad, de fundamentalismos, ¡qué sé yo! Al mismo tiempo una ciudad que vive y sobrevive con la solidaridad callada, eficaz,  que sólo los pequeños son capaces de poner en marcha.

Y esta mañana, en mi método de lengua el profesor me ha hecho repetir hasta la saciedad la siguiente frase: “Inscribo a mi hijo en el colegio para que pueda beber”, “Inscribo a mi hijo en el colegio para que pueda beber”.

¡Qué lejos queda mi infancia cuando a mis cinco años repetía “Mi mamá me mima, mi mamá me ama”, mientras una profesora –la señorita-  paciente señalaba la frase con su dedo!

 

Hoy estoy un poco perezoso, cansado también… Beber, beber es esencial, ¿quién no sabe eso?… Pero no todo el mundo tiene acceso a un bien tan necesario e imprescindible como lo es el agua para la vida. Dejo que cada cual saque su propia conclusión. Todos somos mayorcitos.

Continúo, justo ahora, el curso. Sin darme cuenta, día a día, este idioma tan extraño va llenando mi corazón y mi memoria de la sabiduría de todo un pueblo, también de su ternura, lo cual es un don que no tiene precio. El Djerma, como toda lengua africana, es un regalo, una riqueza, una bendición.

 

Un abrazo siempre fraterno: Paco Bautista, sma.

 

Ojalá tengas un hijo/a que dé estos pasos tan hermosos y difíciles. Será signo de quye habrás sacado adelante un CORAZÓN GRANDE y cristiano.

Pero no dejes a tus hijos sólos. Ve tu delante. Contagia, vibra, alienta,participa en el mensaje dem Jesus y su misericordia… un poqueto más intenso que hasta ahora. ¿Y por qué no? Lee la parábola de el pobre y Lázaro que pueblicamos hace poco en estas reflexionesd. Repásala.

Leonardo S.J.