Pregunta con trampa
Una pregunta con trampa: los políticos
Tengo la mala costumbre de preguntar en las catequesis de bautismo, o en los cursos prematrimoniales, sobre la opinión que tienen los participantes de los políticos, su juicio sobre la política.
Parece como que saltan con un resorte, como un desahogo muchas veces almacenado y apenas expresado. La respuesta es fácil:
– “Corruptos, bribones, ladrones, no van más que a llenarse los bolsillos, un asco…”
– En otras ocasiones, y de forma generalizada, afirman rotundamente: “yo no voto, eso es perder el tiempo, a mí no me vuelven a engañar, paso olímpicamente de política”
– “Todos son iguales, los de izquierda, los de derechas (más…): conmigo que no cuenten…”
– Los más piadosos, defienden que “la Iglesia nunca debe meterse en política, y menos los curas…”
Bien, bien, analicemos:
– ¿De verdad que no hacen falta los políticos, los que se meten en política?
– ¿Necesitamos alcaldes, bomberos, organizaciones sindicales, policía, servicios de hacienda…?
– ¿Necesitamos dirigentes que organicen las grandes estructuras de la sanidad, de la enseñanza, de los medios de comunicación, de la justicia…?
– Necesitamos asociaciones de vecinos, responsables de barrio, organizadores de la cultura, de los eventos deportivos etc ?
– ¿Necesitamos quien distribuya la economía, se preocupe de la sociedad, el orden cívico, del bienestar ciudadano?
– ¿Necesitamos…o no…? ¿Y son imprescindibles quienes los dirijan? ¿En un sentido u otro?
Y ahora, algo más molesto: ¿Tu, protestas, votas, permites o colaboras? O ¿callas cobardemente, eres pasivo, criticas y nada haces? ¿Tienes derecho a quejarte si no quieres participar? ¿Lo haces desde el bar, sentado ante tu cervecita, galleando entre amigos que son a veces cómplices tuyos, actúas como un dillettante cualquiera?¿Tu permites que las cosas vayan mal y no haces nada por cambiarlas? ¿Así educas a tus hijos? ¿Puede el país, tu barrio, tu bloque, tu parroquia, tu Hermandad, tu escuela, tu familia esperar algo bueno por tu parte para que mejoren? ¿Puedes, bajo cualquier pretexto “quitarte de en medio” y dejar que las cosas vengan “como vengan”? ¿Así, con esa despreocupación, vamos a educar a las generaciones que vienen?
Mira lo que dice el Papa Francisco:
“Un cristiano que se cierra en sí mismo, que esconde todo lo que el Señor le ha dado, es un cristiano … ¡no es cristianol iEs un cristiano que no agradece a Dios por todo lo que le ha dado! Esto nos dice que la espera de la venida del Señor es la hora de la acción –estamos en el momento de la acción–, un tiempo para sacar fruto de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, un tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo y especialmente en este tiempo de crisis, en la actualidad, es importante no cerrarse sobre sí mismo, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, estar atento con el otro”[1].
Y aún más clarito[2]:
«Implicarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros los cristianos no podemos jugar a ser Pilatos, lavarnos las manos: no podemos. Debemos entrar en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política. Usted me dirá: ‘Pero no es fácil’. Pero ni siquiera fácil es hacerse sacerdote. No hay cosas fáciles en la vida: no es fácil. La política es demasiado sucia, pero yo me pregunto: es sucia, ¿por qué? ¿Porque los cristianos no han entrado con espíritu evangélico?… es fácil decir: ‘la culpa es de aquél’. Pero yo, ¿qué hago? Pero, ¡es un deber! ¡Trabajar por el bien común es un deber de cristiano! Y muchas veces la vía para trabajar es la política».
Así que ¡aplicarse el cuento…!
Leonardo Molina S.J.