Ir de pasarela

¿Ir de pasarela? ¿Subirse en una correa  de transmisión? ¿Asomados al balcón?

 

Después de haber estado con Jesús mucho tiempo (¿años?), de admirarle, ver sus maravillosas palabras y sus hechos, ya camino de Jerusalem, y,  por tanto, cerca de su muerte, los discípulos de Jesús le suplicaban:

 

–       Señor, auméntanos la fe…

 

Y Jesús les iba diciendo:

–       “si tuvierais fe como un granito de mostaza…moveríais montañas, moveríais todos los obstáculos que se os presentaran…” (Lucas 17,5 y Mat 17,20)

 

Y ese es el problema: que no tenemos suficiente fe, confianza, seguridad interior para seguirle radicalmente. Vamos, que no podemos dar suficientes pasos para seguir la buena noticia del Evangelio anunciado por el mismo Jesús.

 

Que sí, que nos parece la enseñanza de Jesús interesante, atractiva, incluso formidable; que aceptamos pueda ser la manera de solucionar todos los problemas personales y de la sociedad. La vemos, sí…pero no somos capaces de superar ni colinas, ni montones de tierra, a veces, ni una piedrecita. Miramos al maravilloso escaparate que es el reino de Dios y no digamos la misma persona de Jesús ,(una sociedad de amor, paz, justicia, libertad, verdad) pero pasamos de largo, pues no tenemos dinero para comprar…ni agallas para comprometernos.

 

Tres situaciones  en la vida que necesitan tener mucha fe, o que, al menos, se aumente la que tenemos  en Dios

  1. La paciencia. Somos impacientes. Necesitamos ver realidades inmediatas, no nos embarcamos en  sueños inútiles, ilusiones vacías de
    contenido. Si el cristianismo no ha cambiado la sociedad, ni el corazón de los hombres en más de dos mil años…¿a qué esperar? ¿Es que hay algo que esperar? Más vale vivir el cada día. No hay nada en qué ocuparse, más vale ir tirando como se pueda…No entendemos las comparaciones agrícolas de Jesús donde se habla de paciencia, de reino futuro, de victoria final de la fe, del triunfo del Reino de Dios.
  2. La valentía. San Pablo anima a “dar la cara por el evangelio, a no dar marcha atrás”. Parecemos cristianos acomplejados, tímidos, miedosos, acongojonados. Asustados. Decimos que somos muy respetuosos con los demás…en realidad es que no tenemos fuelle, ni lo que hay que tener para “vender” la mejor noticia del mundo: la misericordia de Dios. Preferimos sacar procesiones, a la calle, a hablar, a contagiar boca a boca, en la familia, en el colegio, en los comercios, en la compra, en la prensa, en la asociación de vecinos, en los colegios y no digamos en la Universidad que nosotros hemos declarado solemnemente como infalible y sin chistar.
  3. La actividad. “Participa” en los duros trabajos del Evangelio (1ª Tim 1-6-4). Si eres cristiano, participa, colabora, mete el hombro en la parroquia, en Caritas, en las  asociaciones de vecinos, en tu colegio, en la Hermandad. No dejes ni digas que lo hagan otros…Decía Bergoglio a los muchachos, pero también nos lo puede decir a nosotros. ¿No hay nada que hacer? Muchacho, si así piensas o vives, habría que mandarte al psiquiatra.

 

Claro, para que todo esto se realice, hay que tener fe…y la tenemos escasita…Por eso, Señor, te la pedimos, la necesitamos, tenemos imperiosa ansia de ella. ¡Señor, auméntanos la fe… ¡

Leonardo Molina S.J