Ir al grano

Ir a lo esencial

 

En el gran poema épico indio, Mahabarata, hay una narración interesante acerca de la habilidad que desplegó Arjuna con el arco en una competición celebrada para comprobar la destreza de cada uno.

 

Sobre un poste elevado se colocó un pez de madera, cuyo ojo serviría de blanco. Un grupo de príncipes valientes aceptó el reto de disparar al ojo del pez. Momentos antes de que cada uno arrojara su flecha, su «guru» le preguntaba qué es lo que veía, y todos ellos respondían, invariablemente, que veían un pez sobre un poste muy alto … y describían la cabeza del pez, su color y cosas por el estilo. Cuando le hicieron esta misma pregunta a Arjuna, mientras éste apuntaba, dijo: «No veo nada más que el ojo del pez». iY fue el único que consiguió perforar el blanco con su flecha!

 

Me he pasado la vida tirando con mi arco a todas partes. Y aunque he tenido muchos fallos, siempre he tratado de atinar en el sitio justo, en el blanco: hacer el bien, ayudar a los que me rodean, ser al menos buena persona con la gente, preocuparme y ocuparme de los demás…y mis tareas sacerdotales.

 

Y ahora,con los años, observo que muchas veces he ido a lo secundario, como los príncipes valientes del cuento y no he disparado a lo esencial. Cada vez veo más claro el ojo del pez…

 

Por si puede ayudar, os diré mi experiencia, que aunque os sorprenda pensando erróneamente que ya me las sé todas, es para mí una novedad de estos años. Pues no. Cada día voy descubriendo nuevos mundos y, os diré la verdad, me parecen mucho más maravillosos que antes, en mi edad de jovencito y aún de madurez.

 

He descubierto que el “ojo del pez” es JESUS. Sí, Jesús. Su persona, su mensaje, su vida. Y he descubierto que es sorprendente y maravilloso conocerle. Y ver que era entonces y ahora también “el gran desconocido”. “¿Tanto tiempo llevas conmigo, Felipe, y aún no me conoces?” (Juan  14, 9) Sí, lo vemos en las imágenes, lo paseamos por las calles, le ponemos flores, le hacemos promesas, le pedimos favores, acudimos a Él…nos parecen pocos los homenajes que le hagamos. Pero no le conocemos. Ni yo, suficientemente…Y es maravilloso, la verdad.

 

Pero aún es más difícil seguirle…Ahí nos metemos en el lío. Y me explico: Nos han educado para el éxito, para pasarlo bien, para resolver o quejarnos de los problemas…Y resulta que seguirle es meterse en líos peligrosos, porque Él se metió en ellos y …ya sabéis el final…Eso de no usar el poder, de ir con la verdad por delante, la honradez a machamartillo, el amor por bandera y la libertad de Jesús, es precioso, apasionante…pero seguirle es otra cosa. Prefiero la admiración, los homenajes…y echarme p´atrás . Pero hay que actuar como El…

 

Pero algo me dice ahora  que he estado equivocado…que no veo mejor solución a mi conciencia y como oferta para vosotros, que sois mi mundo…

 

Todavía me falta otra cosa: ¡arriesgarme! Ponerme en sus manos…

Pero Él dijo: “el que pierde su vida por mí, la ganará” (Mateo 10,25). Sospecho, ahora a mis años, que esa es la pura verdad. Y que seguirle es “en todo amar y servir”

 

Los que han hecho la prueba sin trampas, afirman que son felices.¿Por qué no?

 

Leonardo Molina S.J.