El Señor ha llamado a su Casa a nuestro hermano Felipe en el día de hoy (8 de agosto de 2016)

El evangelio del hijo pródigo es el que quizás mejor define la experiencia religiosa de Felipe. Si se han fijado en la foto del guasap, el abrazo del padre al hijo que regresa a casa ha acompañado cada mensaje de nuestro hermano.

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Utilizamos esta foto con su hijo que describe su último proyecto vital: abrazar a su hijo como el padre Dios.

Desde que colgamos en la entrada de mi despacho la copia de la pintura de Rubens, me dijo: así me siento yo desde que estoy en la parroquia colaborando, así debe ser la actitud de un sacerdote para todo el que llegue a su puerta.

Y así se convirtió en el evangelizador desde el atrio de la Iglesia, desde los escalones, desde el pórtico del templo. Acogida, diálogo y necesidad. Estas tres actitudes definían al Felipe de la puerta de la Iglesia.

Un Felipe que no tenía un carácter fácil y que se ha peleado estos años hasta con las macetas de la entrada, pero fue cambiando, moldeando su carácter, un poco. Quizás aprendió a guardar silencio y a comprender a los otros.

La experiencia espiritual del hijo pródigo no es algo superficial, es la actitud del caminante que ha vivido mucho, del que se ha equivocado en muchos momentos, que ha hecho daño, y mucho, a los que le querían y a los que debería querer. Era un hombre consciente de sus errores, y de que esos errores eran muy difíciles de cambiar. Y de los errores que reconocía en su vida era no haber estado el tiempo necesario con su hijo, aunque te quería Felipe, pero ha faltado tiempo. Y sus errores en el matrimonio. Ahí hemos visto una experiencia de grandeza destacable: una mujer que ha permanecido al pie de la cruz a pesar de no corresponderle –eso se llama compasión- y un hijo que ha realizado grandes esfuerzos por superarse. Damos gracias a Dios por esta familia que ha acompañado a nuestro hermano. El se experimentaba como el hombre –indica Santo Tomás de Aquino- a medio camino entre el angel y la béstia. Se encuentra como horizonte entre los seres corporales y espirituales. Todo lo que ha pasado en estos años es un misterio que es difícil interpretar y comprender. Pero lo cierto es que Dios ha estado en medio de todo, intentando enderezar los caminos, buscando que al final de la vida la reconciliación triunfara.

En las últimas conversaciones me decía que le recordáramos como un hombre que pasó intentando hacer el bien y que no lo consiguió.

La vuelta del hijo pródigo, Felipe, no sucedió ayer cuando el Padre Bueno de la Parábola, el Padre Dios, lo llamó a su reino, sino que ya comenzó en el momento en que entró como colaborador pleno en la parroquia. La acogida de todos, el cariño con el que lo habéis tratado, la amabilidad para sobrellevar su carácter y su opiniones infalibles, han sido bálsamo y consuelo para estos últimos años. Esta parroquia, personalmente cada uno, y como comunidad habéis dado un testimonio ejemplar. Ha sido una comunidad sanadora, y eso es motivo de una gratitud inmensa.

El hijo pródigo vuelve a la casa del Padre, no por conversión, sino por hambre, y así Felipe, que era un buscador, encontró en la parroquia lo que debe ofrecer una comunidad: un espacio de acogida, no de perfección, porque no lo somos, un espacio de fraternidad que calmaba su hambre de Dios. Una acogida que comenzó su socio, Pepe Delgado, y que después se fue transmitiendo a todos.
El hijo pródigo no quiere volver como hijo del Señor de todo aquello sino como un empleado más, como un sirviente, y así llegó a la casa del Padre, a esta parroquia queriendo ser el último, sirviendo desde la puerta.

El hombre es un ser necesitado, un ser indigente, un mendicante del absoluto, un ser en camino, hacia la verdad y la felicidad. La verdad es preferible a todo. Y la única verdad en la que merece la pena vivir y morir es que Dios es amor. Este es el esplendor que buscaba nuestro hermano Felipe.

Esta búsqueda de la verdad era para él tan importante que lo primero que me pidió recién llegado a la parroquia fue las obras de Santo Tomás de Aquino. Llegar a Dios por la razón era para él un reto, dar razón de su fe, una necesidad. En sus notas que encontré en su despacho anotaba: El hombre se interroga, se admira, busca, se pone en camino de la verdad, del ser “Felipe”. La capacidad de conocer hace del hombre un ser en busca de la verdad, y hace de la verdad la cuestión central del ser humano.

Queridos hermanos, esta es la verdad que nos sostiene y por la que merece la pena vivir: que Dios es amor, que al final la vida solo sirve para servir y para amar. Mirando la vida de Felipe aprendamos a vivir, aprendamos como vivir y desde quien vivir.

Ya por fin, querido Felipe, has podido abrazar a tu madre. Como María la Virgen esperó la Resurrección de su Hijo, así tu madre te ha esperado a las puertas del cielo. Gracias por todo lo que has hecho por nosotros. Intercede por nosotros ante el Señor, para que tu parroquia sea siempre casa del pan, de la acogida, de la Nueva Evangelización.

Manuel Sanchez

Nacimiento 27 marzo 1969 Sacerdote 18 septiembre 1994 Párroco de Nuestra Señora de los Angeles y Santa Angela de la Cruz 7 septiembre 2014