Viñeta de Mafalda
Una viñeta simpática
Como siempre, el dibujante argentino Quino, acierta en sus dibujos. Al verlos se le abren a uno la comisura de los labios y aflora una sonrisa. Pero no solamente los labios: se estiran y relajan, también se despierta la inteligencia y el corazón que se inunda de ternura. Su lectura es una autentica invasión de humanidad.
Pues bien: aquí la tenéis: Mafalda justifica de alguna manera su gordura y avisa; “yo no es que esté gordita, sólo es que estoy llenita de amor…”
Entonces, uno cualquiera de nosotros, que soportamos más o menos esos problemas, nos colmamos de comprensión. De alguna manera, también nos justificamos en los fallos que nos agobian en la lucha contra unos kilitos que nos estorban y no hay manera de tirarlos a la basura del recuerdo.
Y comprendemos a tantas y tantas personas que nos ha hablado de planes de comida, de alimentos dañinos, de las dietas ideales pero casi imposibles de llevar adelante. Lucha a brazo partido entre los ideales estéticos o de salud que nos hemos propuesto, y la molesta realidad del apetito, los “pero si sólo es un día”… para decir lo mismo mañana…
Me decía un compañero que él todos los días se proponía tres metas: mañana haré dieta, mañana iniciaré unos pocos ejercicios de gimnasia, mañana empezaré a estudiar un idioma” Todos los días.
Es la eterna canción. Quino nos salva. O, al menos, nos comprende. O, simplemente, nos da motivos para la paciencia…
Alarguemos la reflexión.
Muchas personas nos agobiamos con los problemas que nos traen los años, la salud o el paro. Añoramos siempre un pasado (que siempre fue mejor), o nos resignamos ante el presente. Naturalmente, el futuro se augura negro, sin porvenir y sin horizontes. En la rueda de la vida, ascendemos hacia la madurez y luego comienza la decrepitud. Nos hemos estancado en la juventud, eterno paraíso de fuerza, vigor e ilusiones. Pero nos expulsaron a nosotros del Edén y sin misericordia. Inexorablemente vamos avanzando hacia un final que se nos asegura trágico y sin solución.
Mafalda nos orienta para el desenlace:
“Yo no es que tenga muchos años, sino que estoy cada vez más lleno de sabiduría; mis sufrimientos están contrastados por la experiencia, la paciencia y la fidelidad que han pasado por la prueba del fuego con los años. Estoy lleno de perdón de Dios que tantas y tantas veces me ha soportado, perdonado o dicho mil veces que me quiere o me perdona. Mi fe ha pasado por dudas, incomprensiones y ataques sin piedad de lecturas, películas libros y conversaciones. Mi esperanza ha superado muchas barreras y obstáculos y se mantiene ahora firme en este momento. Recito, en este caso con verdad, que “creo en la vida eterna” pues pienso realísticamente, que pocos son los años que me quedan y que lo que tantas veces he proclamado, se va a verificar y hasta me da alegría. ¡Hasta puedo dar sermones anónimos con mi ejemplo! Ahora le temo cada vez menos a la muerte, que antes me aterrorizaba. Ahora estoy lleno de indulgencia, comprensión y tolerancia. Antes, con menos años, me parecía inalcanzable tener esta serenidad. Ahora tengo más tiempo para dormir, pasear, expresar mi cariño sin reconvenciones ni miedos. Ahora, lo que yo digo, vale, pues están mis consejos cargados de autenticidad y realismo.
¡Toma ya! Ahora me doy cuenta que la mejor edad, es la que ahora tengo: Y que, además, es la única posible, pues la otra ya se me fue y la siguiente, está por ver.
Yo no es que esté lleno de años, es que estoy llenito de amor, de bien. Merece la pena vivir en la edad que ahora uno tiene No es que me resigne o me acomode, es que esa es la pura verdad. Propagandistas, vendedores de toda clase, cartelistas; envidia que nos tenéis. Vivid vuestro momento, pero no nos engañéis: Nosotros valemos mucho , mucho, aunque consumamos poco…
Leonardo Molina García S.J.
Artículo dedicado con mucho realismo a los “mayorcitos”