Roca

 ¿Tienes buenos cimientos? La casa resiste…

Por sus frutos los reconoceréis. ¿Se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos.

El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego. Así pues, por sus frutos los reconoceréis. No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo. Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre? Y yo entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, vosotros que hacéis el mal. Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca. Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre sin juicio que construyó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue un derrumbamiento terrible.  ( Mateo 7, 17)

Hay personas a las que les encanta vivir en la ilusión. Como a los niños que piensan que el mundo es una fábula. Pero Jesús nos invita en su evangelio a hacernos mayores, a ser adultos, a tomar libremente nuestras decisiones pero también a ser responsables de ellas. De lo que hagamos con nuestra vida somos responsables. No podemos decir siempre que no nos dimos cuenta. Hay que mirar a lo largo (vista larga), y de alguna manera tener previsión del futuro. Como dice a veces la gente sabia: “ yo iba unos pasos por delante” Hay mucha gente, incluso, yo, que decimos  que el pasado ya se fue y el futuro, aún no ha venido y que pasan a la categoría de  desechables. Lo importante es el presente. Pero es verdad y…no es verdad  esa afirmación. También hay que hacer vivir el futuro, aunque aún no estemos viviéndolo. En este sentido, claro.,

Hace poco vi una película que ponía muy de manifiesto esta realidad. Un grupo de chicas en un instituto  deciden montar una empresa para cuidar a los niños de las familias que lo necesitaban. Así ganan un dinerillo extra. Pasa que a veces el dinero hace crecer la avaricia. Y al poco tiempo se dieron cuenta de que podrían ampliar el negocio y ofrecer a los padres (solo a los padres) otro tipo de servicios que eran mucho más rentables. Como casi siempre pasa, todo va bien hasta que… hasta que alguien se entera, se publica, se entera la policía, interviene el director del instituto y explota la bomba. Problemas con sus familias, matrimonios destrozados y todas las consecuencias que trae un asunto como ese. ¿Cómo reaccionan las chicas?

Pues les sale el niño pequeño que llevan dentro. Todo es lamentarse, decir que no lo habían pensado, que no querían hacer daño a nadie, que se les había ido de las manos.

En la película algunas de las chicas superaron esta primera reacción y terminaron creciendo y madurando como personas: asumendo su responsabilidad, asumiendo las consecuencias de sus actos. Pidieron perdón y pusieron todo su empeño por empezar de nuevo desde el punto donde ellas mismas, con sus errores, se habían colocado.

Pero hubo un momento en que todo era felicidad. El negocio funcionaba, tenían mucho dinero y aquello parecía que iba a durar para siempre. Ese era precisamente el momento en que pensaban que se habían construido una casa. Pero lo habían hecho sobre arena. Y la casa terminó cayendo estrepitosamente.

Jesús nos invita a vivir nuestra propia vida desde la honestidad. Pero esa honestidad tiene que hacerse verdad, en primer lugar, con nosotros mismos. Tenemos que ser capaces de decirnos la verdad, de llamar a las cosas por su nombre. De mirar de frente a las consecuencias de nuestros actos. Sólo desde ahí podremos crecer en el seguimiento de Jesús. Sólo así construiremos sobre roca. Y viviremos como Dios quiere que vivamos: como personas adultas, libres y responsables. Y sin una venda en los ojos

Es lo sensato, y lo evangélico. Cómprame caro, que soy pobre…

Leonardo Molina S.J.