La paz de verdad
“La construcción de la paz mediante la no violencia activa, es un elemento necesario y coherente, del continuo esfuerzo de la Iglesia, para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también, a la aportación competente de tantos cristianos, en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un “manual” de esta estrategia de construcción de la paz, en el así llamado Discurso de la Montaña. Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada: buena y auténtica. Bienaventurados los mansos –dice Jesús-, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.
Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades. Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio.
Esto exige estar dispuestos a; “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. Trabajar de este modo significa, elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social. La no violencia activa, es una manera de mostrar verdaderamente, cómo la unidad, es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado. Puede suceder, que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que; “las tensiones y los opuestos, puedan alcanzar una unidad pluriforme que engendra vida nueva”, conservando; “las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”.
La Iglesia Católica, acompañará toda tentativa de construcción de la paz, también con la no violencia activa y creativa. El 1 de enero de 2017, comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia: “los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación” y de la solicitud hacia los emigrantes, “los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura”.