EL PAPA RECIBE EL PREMIO CARLOMAGNO. DISCURSO
El Papa dirigió un discurso extenso a los dirigentes europeos que asistieron a la entrega del Premio Carlomagno, con el que ha sido galardonado. Francisco recordó los valores fundamentales que construyeron la Europa contemporánea, y que reclaman de ella una respuesta fiel a sus raíces, con la que contribuya al restablecimiento de la paz en poblaciones enteras que, perseguidas y privadas de su dignidad, acuden a sus costas para sobrevivir.
http://mkt.romereports.com/g/460292-88b02-44880-af7db2208d0cfe393bc7-038ebeh8wecfkge3Wpe9HYB
Desde el principio de su pontificado, Francisco aconsejó a los sacerdotes que fueran breves en su predicación. Él mismo, en las misas que celebra en Casa Santa Marta o en otras celebraciones litúrgicas, incluidas las de especial solemnidad, no se alarga.
Sin embargo, sí que se toma más tiempo en los discursos de particular relevancia, dirigidos a personas con especiales responsabilidades ante los pueblos, países o la misma Iglesia, como el que dirigió a la Curia Romana en su primera felicitación de Navidad, o en Bolivia en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, o ante el Congreso de Los Estados Unidos de América, o en esta ocasión, a los dirigentes de Europa.
En estos discursos “grandes” – como dijo, al referirse al largo discurso de Bolivia, en la rueda de prensa que hubo en el avión, al regresar de aquel viaje- se esfuerza por hacer ver a los que rigen los destinos del mundo la necesidad de acometer cambios que propicien el restablecimiento de la paz y el reconocimiento de la dignidad de tantas personas a las que se les ha arrebatado todo, y que, como consecuencia de los horrores de la guerra, se encuentran privadas de su libertad y de todos los derechos más fundamentales.
«Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía». (Discurso al recibir el Premio Carlomagno)
Y lo hace porque esos cambios no son «quimeras». Hace falta un empeño decidido y generoso, y también sacrificio – pues cuesta salir de la comodidad y del egoísmo para promover el bien común y compartir- pero el Papa Francisco sabe que si se aúnan esfuerzos, esos cambios se pueden lograr; e insiste una y otra vez en la defensa de los más pobres, y de las minorías -o extensas poblaciones- que viven en la miseria como consecuencia del abuso de poder y de lo que él llama “la globalización de la indiferencia”
Lo que el Papa Francisco propone no es una utopía, pero es algo que no se va a realizar solo; él tiende puentes y derriba muros para encontrar soluciones que sean efectivas, promoviendo el diálogo y la cooperación de todos.
Vale la pena leerlo y aplicárselo.
ROMEREPORTS 6-5-2016